Un relato literario que combina realidad y ficción, que se hace eco del trabajo fotográfico de Miquel Dewever-Plana. Siendo muy joven, Alma se unió a las maras. Ha participado en violaciones, extorsiones y homicidios. Su decisión de abandonar su pandilla le costó un intento de asesinato que la dejó parapléjica. Hoy sabe que vive un tiempo prestado e intenta llevar una vida en paz y con proyectos de futuro. De muy joven, Alma se unió a una mara, una de esas pandillas que llenan a diario de sangre la capital de Guatemala. En las calles del asentamiento de su infancia, se unió al clan de los más fuertes, llevada por un impulso vital que la convenció de que era mejor infligir violencia que padecerla. Mató, participó en violaciones y extorsiones. Conoció las palizas y la cárcel, se convirtió en una mujer en medio de un grupo de jóvenes guerreros armados hasta los dientes, tatuando su cuerpo con marcas indelebles y negando su feminidad. Cuando quiso abandonar la pandilla, sus compañeros intentaron asesinarla. Alma es el fruto de la obra fotográfica de Miquel Dewever-Plana sobre la violencia en Guatemala. Haciendo eco de sus imágenes, Isabelle Fougère da voz, en un relato polifónico, a Alma y a los principales testigos de su vida. Su relato mezcla el realismo con la ficción para destacar la universalidad del destino de la joven, confrontada a la extrema brutalidad de un mundo en descomposición. La joven hizo estragos durante mucho tiempo antes de desaparecer. La única chica de la banda, la más dura. Se pavoneaba por la calle como una reina. Yo era más joven, fue hace diez años, antes de que esta existencia miserable me acartonara hasta los sentimientos. La había conocido cuando era pequeña, en los brazos de su padre, dulce y alegre. Una mariposa de primavera convertida en la araña negra del barrio.