Ellas eran su inspiración. Él era su obsesión
Icono del arte, rebelde, romántico…
Con una sola mirada, el pintor Thomas Rodin era capaz de transmitir el éxtasis de la creatividad, los placeres que aguardaban a las mujeres que fueran capaces de estimular su capacidad artística.
La inocente
¿Qué veía aquel maestro en mí?
El genio habitaba en su alma, y el éxtasis, en su cuerpo. Yo no tenía ninguna duda.
Rechazarlo habría sido… mi perdición. Rendirme a él fue… mi salvación sensual.
La ambiciosa
Yo me sentía atrapada en la servidumbre, hasta que él me liberó.
Le di la espalda a todo lo que conocía por seguirlo, y me encontré entre dos hombres, el maestro y su pupilo, a uno de los cuales amaba con el corazón… y al otro, con mi cuerpo.
La cortesana
Entendía, tal vez mejor que ninguna otra mujer, sus necesidades.
Avivaba el fuego de su alma, la chispa de su creatividad…
Él me convirtió en una leyenda… y yo nunca pude olvidar sus ardientes caricias…
Tres cuentos extraordinarios de tres mujeres hechizadas por un maestro de la seducción, un esclavo de su arte y de su pasión.