Auténtico enamorado del teatro, como hombre de su época, Cervantes no es sólo el maestro inigualable de la novela, sino que también es un extraordinario dramaturgo, enormemente original e incansable experimentador.
Obras teatrales cortas, de estética cómica, popular y costumbrista, los Entremeses representan el teatro de entretenimiento en su estado más puro: farsas y amoríos, chascarrillos y equívocos, adúlteras y bobos se mueven al servicio de una trama principalmente humorística. Y los Entremeses de Cervantes están considerados por la crítica moderna como modelos de verdad realista y dramática, donde el autor despliega toda su capacidad irónica y crítica a fin de censurar, entre burlas y veras, algunos de los principales vicios del ser humano, en su época y hoy en día: la incultura, la corrupción, el poder del dinero, la hipocresía social, todo un vasto retablo de la necedad humana. En definitiva, pequeñas obras maestras que ponen de manifiesto una nueva y penetrante actitud del artista ante la realidad y una voluntad de búsqueda y renovación de medios expresivos en el teatro de su época.