En la sociedad mediterránea antigua, explica la autora de este libro, las mujeres desempeñaban con frecuencia puestos de liderazgo político y social a nivel de familia, pero no en público. De aquí que mientras la iglesia primitiva se reunía en las casas privadas, las mujeres que habitualmente gobernaban sus hogares económica y culturalmente solían regir también las comunidades. Pero cuando el cristianismo emergió de sus enclaves domésticos y la Iglesia se convirtió en institución pública, aquéllas fueron relegadas a la esfera de lo privado, debido a la proscripción de la actividad de las mujeres en la esfera pública en la sociedad grecorromana.