No hay libro en la literatura universal que haya causado tanta fascinación como el Apocalipsis de san Juan, del que san Jerónimo decía que contiene tot sacramenta quot verba, tantos misterios como palabras. Atraído por ella, el autor de este comentario ha leído y meditado sus capítulos y versículos, y lo primero que le ha llamado la atención ha sido que, cuando parecía haber finalizado la revelación con los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y las cartas apostólicas, aparezca, a más de sesenta años de la muerte y resurrección de Jesucristo, un libro que pretende ser, y así se titula, Revelación. Y su primera pregunta es: ¿POR QUÉ EL APOCALIPSIS?, a la que trata de responder examinando las razones históricas que movieron al Señor a completar las Sagradas Escrituras a finales del siglo I, en el reinado del emperador Domiciano. Y habiéndonos asegurado san Pablo que «toda escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena» (2 Tm 3, 16-17), la siguiente pregunta es: ¿NOS DICE ALGO HOY? Lo verdaderamente original del presente comentario es la lectura de la historia reciente de Europa hecha por el autor a la luz del texto sagrado tal como del hecho se ha transmitido, y de la enseñanza de la Iglesia, a través de un examen de los tres últimos siglos, y de modo especialísimo de nuestro siglo XX. La interpretación final que el Dr. Mirete hace del capítulo XIII y del número apocalíptico por excelencia, el 666, le lleva a la conclusión de que el contenido de sus dieciocho versículos es una profecía cumplida, y de que el Apocalipsis es una auténtica descripción inteligible del proceso histórico de todo el género humano hacia la Nueva Jerusalén.