Para Pablo el eje de su anuncio de la «Buena Noticia» es el Señor crucificado, el Hombre-Dios que vivió y murió "en condición crucificada": débil, sin triunfos ni poderes del "mundo este", y que sólo así alumbró un modo realmente nuevo de ser humanos y de construir una humanidad nueva.
La tentación radical de cada creyente y de la Iglesia en su conjunto es bajarse de la cruz, contaminarse con el virus del poder, del dominio, de la codicia, aun pensando que así la evangelización será más eficaz.
Demasiados episodios tristes de la comunidad eclesial muestran que hemos caído en la tentación y hemos impedido así una mejor floración en la Historia de «la debilidad y tontería de Dios», que son más fecundas que la potencia y la sabiduría de los hombres.