Una mujer yace en coma irreversible en un hospital. Su cerebro está dañado, pero su corazón sigue latiendo y, además, está embarazada. Unos pocos meses más tarde, la ayuda médica permite que dé a luz un saludable bebé.
Un niño entra en coma tras golpearse en la cabeza mientras juega a fútbol. Meses después, los padres piden que le retiren el respirador, pero el hospital se niega. Un día, el padre amenaza al personal con una pistola, desenchufa el aparato y permanece junto al chico hasta que muere.
Una mujer de setenta años sufre un cáncer incurable, por lo que le pide al médico que termine con su vida. Finalmente, este último le inyecta cloruro de potasio para que muera. Sin embargo, y aunque es sometido a juicio por asesinato, ni se le encarcela ni se le expulsa del colegio de médicos.
Estos tres ejemplos certifican que nuestras ideas más tradicionales acerca de la vida y de la muerte están en crisis. En un mundo de respiradores y de embriones conservados durante años en nitrógeno líquido, ya no podemos seguir considerando la vida humana como la base inamovible de nuestros puntos de vista éticos. En este controvertido y polémico libro, Peter Singer arguye que no seremos capaces de abordar convenientemente temas básicos como la muerte, el aborto, la eutanasia o los derechos de los animales hasta que nos olvidemos de la vieja moral y construyamos una nueva fundamentada en la compasión y el sentido común.