Demasiado a menudo la relación entre creyentes y no creyentes se ha visto como una confrontación entre polvo opuestos. Los creyentes y los no creyentes participamos de cosmovisiones diferentes, pero habitamos en el mismo mundo y compartimos el mismo fragmento de historia. El objetivo de este libro es construir puentes, tejer nexos de unión, sin disolver la identidad de cada opción y su legítima expresión en las sociedades abiertas. Además del diálogo con las otras religiones, los cristianos estamos llamados a abrirnos a los ciudadanos que no participan de nuestra fe, para entender sus puntos de vista y para trabajar juntos por la justicia social y por la mejora de la sociedad. Para lograr este hito, hay que deshacer prejuicios, romper tópicos, encontrarse y explicarse con naturalidad aquello que creemos.