Una famosa frase de Montaigne dice: «Lo que más temo es el miedo». Al decir esto, estaba llamando la atención sobre la forma en la que el miedo atrae más miedo. Muchas emociones negativas, quizá casi todas, son imanes de sí mismas: el odio atrae odio; la ira, ira; y el miedo, miedo. Cada emoción lo consigue de una forma distinta y lo que hace que el miedo sea especialmente interesante es que el mecanismo por el que esto ocurre, o el blanco en movimiento del peligro, resulta realmente llamativo. Bajo el manto del miedo se ramifica la idea del peligro, y lo mismo ocurre con los deseos que producen aversión: el objeto de cada deseo se coloca ante el objeto de su predecesor igual que la posibilidad se coloca ante la realidad.