«Los fi lósofos solo han interpretado el mundo de diversas maneras: se trata de cambiarlo», escribía Karl Marx en 1845. Esa es la esencia de El capital, una brutal denuncia del nuevo mundo capitalista de la era victoriana, cuyas ideas iban a cambiar la vida de millones de personas y alterar el curso de la historia. El capital nació en un pequeño apartamento de dos habitaciones en el Soho londinense, entre discusiones políticas y tragedias personales. El primer volumen apareció en 1867 y fue recibido con tímidos elogios, pero tras la muerte de Marx influyó en pensadores, escritores y revolucionarios, desde George Bernard Shaw a Lenin. Francis Wheen muestra en esta obra brillante y amena cómo El capital, lejos de ser un árido tratado económico, es una especie de gran novela gótica, cuyos héroes están esclavizados por un monstruo que ellos mismos han creado: el capitalismo. Es más, como argumenta Wheen, mientras este perdure, El capital sigue siendo un libro que hay que leer y comprender.