Sindbad el Marino (Sindabad en árabe quiere decir región fértil del Sind) aparece aquí como el testigo del mundo que ha perdido su paz. El deseo de riqueza y de evasión le arrojan casi sin cesar a nuevos caminos balizados por el horror. Éste le parece preferible al gran tedio que le acecha cuando lo tiene todo para ser feliz. Sin duda esta insatisfacción fundamental es lo que nos lo hace tan cercano. El secreto de Sindbad estriba en que nos convierte en asombrados espectadores de su propia curiosidad. Nos sorprende también descubrir lo imaginario, este universo a la vez desconcertante y magnífico: héroes fantásticos, gigantes, demonios, monstruos marinos... El mercader, en la imaginación árabe, no es tanto un transmisor de bienes sino un intermediario social destinado a poner en contacto dos mundos. Es por excelencia el experimentador de otros lugares.