La pregunta por la felicidad no abandona a los hombres. Es, empero, una pregunta que permanece en el limbo de lo abstracto si se la separa de la pregunta por la infelicidad. "En este mundo -dice Marquard-, en el mundo de la vida de los hombres, la felicidad [...] siempre está junto a la infelicidad, a pesar de la infelicidad o directamente 'por' la infelicidad." En defensa de esta idea, los nueve capítulos de este libro se desarrollan en relación con tópicos ejemplares: la teodicea, la filosofía de la historia, los conceptos de razón, las tradiciones, las ciencias del espíritu, la infalibilidad, el posmodernismo, la utopía, la antropología. En todos ellos es común la defensa de lo imperfecto en el hombre: lo que hay en él de segunda calidad, las soluciones vicarias (lo 'en vez de...'), lo que no es absoluto, dado que "lo absoluto, lo perfecto sin restricción, no es humanamente posible". Es por ello que la pregunta por la felicidad es también la pregunta por la felicidad humanamente posible, no la felicidad perfecta sino, en medio de los males, la imperfecta felicidad: la felicidad en la infelicidad.