Es sabido que España jamás se ha distinguido por poseer buenos biógrafos como, en cambio, abundan en los países anglosajones. Pues bien, J. Benito Fernández ha logrado escribir una excelente biografía al modo anglosajón, que no sólo nos cuenta la vida y leyenda de un poeta contemporáneo, sino la de toda una generación. Como afirma Martínez Sarrión en el prólogo, en este libro se combina la «minuciosidad investigadora con un raro tino discriminatorio entre lo importante y lo banal». En efecto, a lo largo de más de dos años, J. Benito Fernández ha llevado a cabo una rigurosísima tarea de investigación y documentación, para la cual ha realizado decenas de entrevistas, ha visitado innumerables archivos y bibliotecas, siguiendo tenazmente la pista, el testimonio, la confirmación del dato y, lo más importante, ha contado con la ayuda reiterada del propio poeta, pese a que éste sostenga paradógicamente: «Sólo soy a ratos». En 1948 nace en Madrid Leopoldo María Panero, segundo hijo del matrimonio formado por Leopoldo Panero —el laureado poeta afecto al régimen franquista— y Felicidad Blanc. Como la de tantos otros que alcanzaron la adolescencia en la España de la mitad de los sesenta, la vida de Leopoldo María, al margen de una circunstancia personal estigmatizada por la voluntad de transgresión, parecía condenada a servir de exponente y cruel reflejo de toda una generación de intelectuales indudablemente atraídos y tentados por el abismo. De modo que el autor va más allá del endemoniado mundo familiar, que ha dado lugar a dos películas. Al retrato intimista del poeta (uno de los «nueve novísimos»), narrador, prologuista, traductor, derrotado y enfermo, se superpone el fondo de una España inhóspita, opresora y posiblemente no menos enferma.