Dulces palabras de amor
Isabel Beebe estaba convencida de que tenía mala suerte en el terreno amoroso. Ford Hendrix, su amor de adolescencia, había ignorado sus cartas. Su marido la había dejado..., por un hombre. De modo que Isabel había vuelto a Fool’s Gold para regentar la tienda de su familia hasta que sus padres la vendieran. Después se marcharía…, pero volvió Ford, tan sexy y encantador como siempre, y ella se sintió de nuevo como una chica de catorce años.
Ver a Isabel fue para Ford como un gancho directo a la mandíbula. Años atrás, cuando se había enrolado en el ejército impulsado por un desengaño amoroso, las dulces cartas de Isabel habían impedido que se volviera loco. Ahora no podía apartar los ojos… ni los labios de ella. Y tenía de pronto una razón para quedarse en Fool’s Gold, si pudiera convencer a Isabel de que hiciera lo mismo.
El seductor seducido
Jack Hanson no deseaba que nada lo alejara de su bufete de abogados, pero la muerte de su padre lo obligaba a volver a casa
Por eso contrató a su vieja amiga de la universidad, Samantha Edwards. Ella era una excelente trabajadora…, y entre ellos había una evidente atracción. Samantha había sufrido mucho con el amor…, aunque quizá fuera la mujer perfecta para enseñarle a vivir.