Un libro como este se lee para sacar provecho. Pero no vayáis a creer que os ayudará a convertiros en un hombre de poder. No porque sus máximas sean malas son todas buenas, sino porque lo que nos cuenta es lo que el hombre de poder ya sabe, a menudo de forma instintiva. En este sentido, no es tan solo un retrato de Mazarino, es un retrato robot de uso diario, para vuestra actividad cotidiana. Del prólogo de Umberto Eco.